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martes, 1 de junio de 2010

El Caballero de la Rosa: Capitulo 23

Capitulo 23

Al día siguiente, Raquel se levantó notando una extraña presencia que rondaba su casa y estaba junto a ella en todo momento.

Camino hacia la ducha, pensando que la perdida de Gines había sido demasiado para su cabeza y se estaba volviendo loca, pero todos sus sentidos seguían alerta, pendientes de cualquier cosa.

Raquel: Estoy loca…¿Hay alguien ahí?

Gines sonrió complacido, sus poderes la alertaban de su presencia a pesar de que él era un alma que vagaba por el mundo y obviamente, no podía verlo.

Raquel sacudió levemente su cabeza y se desnudó lista para una ducha de agua caliente y espuma, justo las que más adoraba, pero echaba demasiado de menos a Gines para disfrutarla.

Gines también la añoraba, tanto, que su cuerpo reacciono viéndola sin ropa, sus pantalones se abultaron considerablemente, cosa que no llegaba a entender.

Gines: El deseo pasa la muerte…

Su único deseo era acercarse a ella, besarla y hacerle el amor en esa bañera para después quedarse con ella por toda la eternidad.

Raquel continuaba notando la presencia, pero por un motivo ajeno a ella, no le daba miedo, si no paz, parecía familiar, poderosa y con un deseo irrefrenable por ella.

Por un momento, imagino que de alguna manera, Gines la observaba, aunque fuese, como una vez le dijo Nicolae, una sombra que vaga por el mundo, pero estaba ahí con ella en todo momento.

Entonces casi sin saberlo, sus movimientos se volvieron más sensuales, imaginó que él la miraba, quiso seducirlo y si de verdad era una sombra, quería que disfrutara de la visión de ella en la bañera.

Pasaba el agua por su cuerpo y Gines tuvo que reprimir un grito para que ninguna “alta esfera” le fastidiara el espectáculo que tanto estaba disfrutando.

Raquel sonrió mientras notaba el deseo de él crecer mucho más, hasta notar que ya no sabía que hacer para parase.

Raquel: Siento que eres tú, Gines.

Gines sintió su corazón muerto volar, lo había reconocido a pesar de no verlo y sin pensarlo se acercó a ella.

Ahueco sus pechos con sus manos, trazando círculos mientras lamía su cuello, Raquel gimió en respuesta y se recostó sobre su hombro, a pesar de no verlo podía sentir la fuerza de su cuerpo debajo de ella, mientras la atormentaba.

Gines bajó su mano hasta su entrepierna y acarició su centro provocando en ella mil sensaciones.

Raquel: Oh dios, Gines…

Gines sonrió, mordisqueando su oreja, mientras mágicamente sus pantalones desaparecían y se dio cuenta que estando muerto, podía tener un par de poderes de su cuenta.

Gines: Eres tan hermosa, Raquel.

Esas palabras, dichas desde el fondo de su corazón, llegaron a Raquel dándole paz al dolor que sentía por no tenerlo a su lado.

Cuando noto que Gines la penetraba, sintió la paz que creía perdida y en cada embestida, solo era capaz de repetirle lo mucho que lo amaba.

Raquel: Te amo…, te amo, Gines.

Así llegaron a su final en un grito desgarrado de placer como no lo habían sentido nunca.

Raquel: ¿Gines?

Gines: No te preocupes…estaré bien.

Raquel: Volveré a verte.

Gines: No puedo amor, no pertenezco aquí…

A Raquel se le partió el corazón, si pertenecía ahí, con ella, para siempre, era lo único que pedía.

Raquel: ¿No podré volver a tocarte?

Gines quedo en silencio, él no lo sabia pero aunque pudiera hacerlo, al final solo les haría más daño.

A pesar de todo, rezó para tener un momento más con ella…

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